domingo, diciembre 03, 2006

LEO FRANCO

Si no fuera por él, el Atlético de Madrid seguiría perdiendo partidos sin parar. Gracias a sus actuaciones se está convirtiendo en uno de los preferidos de la afición.


Anoche volvió a tener una destacada actuación frente al Betis, parando dos penaltis y sus correspondientes rechaces.
  • Crónica:

El Betis es una institución en crisis, problemas con Lopera, elecciones ficticias a la vista, un vestuario en busca de un chivato y un entrenador al que le quieren ajusticiar cada domingo. Y eso se traduce en que el equipo, con perdón, no juega ni una «papa». Y para colmo no tiene suerte. El Atlético, disfrazado de visitante, lo hace mucho mejor: roba, controla, utiliza las bandas y hasta marca un golazo como el que hizo Galletti pasada la media hora tras una buena combinación de Agüero. Al final, la noche fue de Leo Franco para amargura de un Betis que vio cómo el argentino frustraba sus ilusiones. El Atlético salió muy enchufado, convencido de que las prisas si son buenas y se plantó con solvencia delante de Contreras en tres oportunidades. Irureta miraba a Melo y le preguntaba que pasaba. Lo que ocurría es que los suyos no estaban en el partido, deberían seguir oyendo el himno y dejaban que los rojiblancos, llevados por Galletti, impusieran su juego, dominaran la situación y obligaran al meta bético a meter un par de manos para evitar dos situaciones comprometidas. Despertó el Betis al cuarto de hora y el partido se equilibró más por sus ganas que por la lucidez de sus futbolistas. creaba peligro el equipo sevillano en las faltas que lanzaba Assunçao, en los movimientos de Edu y poco más. Sobis era un islote, Capi, en la izquierda, no entraba en juego y los recursos de los de Irureta eran tan escasos como los aspirantes a la presidencia que ha puesto Lopera en su idea poder cambiar las cosas. El que cambiaba era el Atlético. Juntas las líneas, con Torres y Agüero tratando de hacer daño y con Pernía y López desdoblándose por la banda, el conjunto de Aguirre no se parecía en nada al que empató con la Real Sociedad. Había más ambición, más criterio, pese a que falta un cerebro, y un Galletti, muy inspirado, que rompió el partido con su gol. Un control largo de Torres, un par de cabezazos de Agüero, que acabó con la frente marchita en su pelea con Juanito, habían desequilibrado el choque a favor de los de Aguirre. Sabido es que el Atlético puede sorprender a cualquiera y en la segunda parte se relajó, retrasó las líneas, dio el balón al Betis y se complicó tanto la vida que tuvo que aparecer Leo Franco para convertirse en el héroe de la noche al detener dos penaltis. El primero por un derribo de Perea a Sobis. Lanzó Edu despejó el meta argentino y Juanito no aprovechó el rechace. Irureta movía el banquillo, quería más profundidad, más verticalidad porque veía opciones. Y como el Atlético era complaciente con el rival el árbitro lo fue con el Betis y se inventó la pena máxima en una acción de Seitaridis sobre Fernando. El segundo fallo A los once metros se fue Fernando y Leo Franco le adivinó la intención, la pelota salió rebotada a media altura y el propio Fernando cabeceó fuera en la segunda opción. Noche aciaga de los lanzadores y noche de gloria para el meta rojiblanco que sostuvo a los suyos que habían bajado el pistón, que habían cambiado la cara para ser vulgares, inocentes e incapaces. Se agarraba el Atlético a la impericia bética, jugaba con fuego y estaba a punto de quemarse en su fútbol impreciso, en donde era mejor taparse que buscar el segundo gol. Y el Betis insistió hasta que sonó la campana. Quedó noqueado, al igual que Javier Castillejo, en un partido en el que el argentino Leo Franco, que el año pasado paró dos penaltis al Sevilla, le amargó la noche.


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