La almohada está cargada
de electricidad estática,
¿qué carajo le habrá pasado
a la almohada
que la noche se ilumina
sin motivos ni brisa?
Igual fue que recogí
a fondo la habitación,
pasando página con tesón
del trabajo a otros inventos
de la vida y sus intentos
y ya no hay indulto ni perdón,
sólo historias que se cuentan
y resuenan por conventos
y afilan calles de ciudad.
Mientras las miradas se cruzan
hoy voy y pienso en las mejillas,
porque los besos que labios probaron
no quieren mentirijillas
ni atajos, ni otras vidas.
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