Ese es el tiempo de noche que me queda por delante.
A las 7 sonará el despertador.
Desayuno ligero, puesta a punto de la bici y a rodar.
Me duele la rodilla y la falta de deporte ha hecho que estos días note mi síndrome WPW algo activo, pero quiero rodar.
En el deporte disfruto. Los que me conocen han visto esa sonrisa que me sale inconscientemente.
Pase lo que pase, ya advertí en mi casa que el deporte es una parte de mi vida importante, quizás en la única que he sido constante e íntegro, en la que he sentido una felicidad desatada y he tenido cierto éxito.
Quizás el deporte sea mi vida.
Y sé que entraña cierto riesgo a mi salud, que algunas de las rutas que hago en bici conllevan carreteras nada aconsejables, que algunos jugadores de fútbol rivales van a ir a hacerme daño y que mi corazón es una máquina imperfecta.
Por eso igual nunca he logrado encontrar o mantener una relación con éxito.
Por eso igual prefiero una vida corta y feliz que una larga y alejada del deporte.
Como siempre digo antes de hacer una ruta medianamente larga o que transcurra por carreteras peligrosas (y es algo que nunca había compartido con nadie, aunque es probable que nadie lea esto jamás y por tanto mi ritual siga virgen), QUE DIOS REPARTA SUERTE.
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