sábado, octubre 13, 2012

ORIENTE, OCCIDENTE Y DESORIENTA

Cuando no sé qué pensar, me encuentro sin una base a partir de la cual crear mis posiciones.
Me desoriento. Y esa sensación no me gusta. Imagino que no le gusta a nadie. Bueno, hay gente para todos los gustos. Sólo hay que darse una vuelta por la zona de salsas de un gran supermercado.

Elecciones diarias varias hasta en la sopa. Y en asuntos más importantes. La pregunta es: ¿cómo escoger caminos y tomar decisiones si no logras ser capaz de de definir las metas y objetivos?
Esa cuestión me lleva a otra: ¿cómo definir esos objetivos si las informaciones recibidas se contradicen por momentos?

La falta de estabilidad genera angustia.
Una mente fuerte es capaz de aislarse del exterior y tras recibir la información intenta que ni los sentidos ni la información previa le engañen.
Después entra en proceso de razonamiento, busca que la lógica le guíe y descarta planteamientos que no tengan fuertes evidencias.

Se queda con pocas variantes y elige con la cabeza y no con el corazón (dualidad excluyente).
Actúa, se enfrenta a su decisión.
Y la acción tendrá una respuesta que le llevará a conseguir sus objetivos o no.
La mente fuerte no tiene el éxito asegurado. Digerirá y recuperará mejor que la menos fuerte, pero el fracaso seguirá siendo un fracaso.

Cabeza, corazón.
Eterna dualidad que ojalá sepamos integrar en nuestras decisiones.
No garantizará tampoco el éxito, pero nos hará tener un razonamiento caliente, un razonamiento humano y no un razonamiento gélido de máquina.

Creo que maté a mi hombre de hielo, pero me queda mucho de hombre que busca la lógica en todo lo que nos sucede.
Cuando algo se me escapa, empieza el ejercicio del pensamiento lateral y entran en juego también otras realidades que creo deberían tenerse en cuenta en nuestro mundo.

Pase lo que pase, mientras el sol salga y llegue la noche con el mismo ritmo universal, preocuparse de más no tendrá significado alguno.

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