Como ya ha pasado un tiempo prudencial para dejar de ser un tema cool, por fin me meto de lleno en un asunto al cual le tenía ganas.
Ay amigo Félix... Baumgartner. Qué de sensaciones e imágenes dejó el salto al vacío que pegaste el domingo pasado. A posteriori todos te envidian, pero antes de saltar nadie te hubiera cambiado el puesto, que nos conocemos.
Era una apuesta arriesgada, quizás menos de lo que pensamos pero no debe de ser nada fácil estar en esas condiciones y controlar la mente y el cuerpo. Si ya pisando el suelo nos entra el vértigo vital, imaginemos a 39 kms. de altura. Tantos kilómetros como los que me separan del pueblo de mi madre. El mismo número con diferentes significados.
El salto fue un éxito, pero podía haber tenido otras consecuencias menos agradables que hubieran dejado al bueno de Felix (ahora sin tilde, que es austríaco) equiparable a una tortillita de camarones ya calentita y todo. La baza de la suerte se jugó de su lado.
Este momento me recordó a que hace unos meses me hicieron descubrir (ya que desconocía su existencia y me lo regalaron) un libro en el que veías los giros de la vida y la suerte. Ese libro trataba de la vida de una persona real contada por el mismo. Esa persona es Randy Pausch, profesor de ciencias informáticas.
El libro se basa en una conferencia que prepara bajo el título de "Cómo alcanzar los sueños de tu infancia", lo cual nos da una idea de lo que puede contener.
No sólo habla de sus sueños para que conozcamos como llegó a ellos, si no de que los demás también podemos hacer realidad los nuestros, porque sí, es increíble ver cómo Randy experimenta la gravedad cero, como publica una entrada en una nueva edición de una enciclopedia que había sido la fuente de conocimientos para él y su familia, un actor de su serie favorita accede a colaborar en un proyecto con sus alumnos, trabaja durante un tiempo en Disney... La suerte había marcado estos momentos de su vida, se había atrevido a dar más de un salto y también le había ido bien.
Más tarde volveremos de nuevo a él.
Saltos y proezas imposibles convertidas en realidad. ¿Por qué no pensar en nuestros saltos? ¿Por qué no vamos a lograr nosotros aquello que podamos soñar? ¿Estará la suerte de nuestro lado?
Sin duda, estas preguntas tienen dos salidas: o nos las aclaramos saltando o nos perseguirán durante mucho tiempo.
Y
el tiempo pasa rápido, las cosas tienen su momento y, a modo de ejemplo
decir que ya ni nos acordamos que subieron el I.V.A. hace nada,
¿verdad? Si Uma Thurman fuera consciente de la dimensión temporal estoy
seguro de que no habría llamado a su hija Rosalind Arusha Arkadina
Altalune Florence Thurman-Busson. Real, no me lo invento. Tócate los
bolongos.
Hay momentos en los que el salto es la mejor apuesta.
Felix al verse en ese instante anterior a lanzarse tendría mil miedos en la cabeza, pero Felix al posarse en tierra firme ha descubierto que el miedo a la caída quedó en una anécdota. Esa experiencia le va a acompañar, y le llenará, sin duda que le llenará. Y mucho. Un reto, un momento... y ya parte de la vida.
Si Randy no hubiera lanzado sus cartas, no habría tenido la misma vida. No sé cual hubiera sido, eso es imposible de saber, pero sí que sé más acerca de su vida en relación con la suerte. Al igual que Felix, la suerte había estado de su lado. La buena suerte concretamente.
Pero Randy tuvo otro encontronazo vital con la suerte. Con la mala suerte. En esa conferencia que da y cuenta de forma tan vitalista, él ya es consciente de una cosa: le quedan meses de vida. Tiene 47 años, una mujer a la que adora y tres niños pequeños.
Si os interesa leer el libro, se llama "LA ÚLTIMA LECCIÓN".
La vida no sólo ofrece saltos y momentos en los que la suerte desvía los hilos a uno u otro lado a tipos como Felix o Randy, también lo hace con nosotros. No nos damos cuenta y somos afortunados. Hay que evitar la tendencia a quedarse con lo malo. Dentro de nosotros hay mucho bueno. Y en nuestro entorno. Nosotros podemos darlo, nosotros podemos cogerlo. Nosotros también podemos saltar. Nosotros podemos hacer saltar. De eso se trata.
Me siento afortunado en disfrutar de las cosas, pero hay un placer que hace que las situaciones y las cosas se disfruten más. Un salto en compañía, compartir los momentos. Dar lo mejor e intentar que los demás saquen lo mejor. Todos tenemos ese potencial.
Repitiendo lo que escribí hace unos días, yo voy a saltar, en la calle, en la vida, en el mar. De la mano y hasta en el sofá.
Creo que a Felix, a Randy, a mí y a cualquiera hay una cosa que nos llevará a saltar. Creer en algo.
Las cosas se ven y hay cosas que como el aire se sienten aunque no se vean. Hay una verdad empírica y hay una verdad psicológica, pero creer en algo significa sentirlo. Puedes notarlo y, lo mejor de todo, puedes vivirlo.
Si existe el cielo, está en este mundo. Aquí, ahora.
No esperaba estar despierto a estas horas, pero me ha salido una de las mejores entradas y quería aprovecharlo
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