Solían decir que la forma más segura y rápida de pasar a la historia era una muerte épica siendo joven: Bruce Lee, Marilyn, Kurt Cobain, Heath Ledger y hasta una Lady Di, que se apuntó al carro en un momento de mala digestión, acortaron su periplo vital antes de tiempo.
De la mortandad a la leyenda en unos segundos.
Lágrimas al principio y camisetas con lemas bizarros en las estanterías de antros pop al final han idealizado aun más estas muertes.
"Be water, my friend". Suena bien. Hagamos un anuncio, tres chapas y cuatros camisetas.
¿Has visto su peli? Seguramente no.
Mejorada la esperanza de vida, la Sociedad Revoltosa dejó de lado a los muertos prematuros y subió a los altares a otro grupo de gente que, pese a no tener un aura de mártir no necesitaba acabar desangrada en una cuneta para serlo, gente que con media sonrisa deja entrever media tristeza y un pesar desconocido en su corazón.
Así, a la misma velocidad que crecían las melenas de Hilario Pino, dos jóvenes con todo bastante resuelto y un pasado exitoso aun reciente se convertían en gente triste candidata a ser el nuevo icono pop de la muchachada. Llorente y Cristiano, Cristiano y Llorente.
El luso, desencantado por el abandono del cariño de su entorno laboral podría escuchar ese trozo de la magnífica canción de Sr. Chinarro "TODO ACERCA DEL CARIÑO" que dice "derecho a roce me diste,
fue el nuestro un roce permanente"
y después justificaría que por mil entradas recibidas de los rivales no hay nada más doloroso que los golpes del corazón (infartos no incluidos).
Hay quien olvidará que Cristiano Ronaldo es una persona más allá del jugador y el personaje público. Hay quien se quedará con la camiseta y la comprará en cualquier mercadillo de domingo (o de jueves, día por excelencia del mercadillo legal y regulado).
Llorente, ese delantero "destronado" por su entrenador llena páginas de información sin jugar apenas un minuto. Los fanáticos se posicionarán sin medias tintas a uno u otro lado.
¿Es culpable de su situación?
Desconozco que hilos oscuros afectan a su estado actual, pero sí que me atrevo a decir que Llorente, a diferencia de Cristiano Ronaldo, no alcanzará la devoción de las masas.
Y eso que también es un TST: trabajador, con sueldo, triste.
La misma historia, dos versiones, dos finales. ¿Por qué?
Por el negocio. Los primeros nombres citados en el primer párrafo nos suenan a todos. Sin embargo Stephen Gately y Jayne Mansfield no han copado ninguna estantería ni hemos visto sus caras en los vasos del desayuno.
Cristiano, Llorente.
Llorente y Cristiano.
No son científicos, son futbolista.
Me gusta mucho el fútbol, pero si me paro a pensar con sobriedad logro explicarme muchas cosas de la sociedad moderna y nuestras crisis.
Los nuevos mártires se erigen con tinta y lágrimas propias.
Serán fugaces, sin duda serán renovados rápidamente, pero la sociedad del futuro tendrá más influencia de ellos que recuerdos de "Las pasiones del alma" de Descartes.
Si tiene un hijo no lo piense dos veces: compre un balón.
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