lunes, noviembre 13, 2006

EL ESPIGÓN

Cada atardecer vuelvo a bajar al espigón de roca, como si fuera (y es ya) un rito. Miro a un lado y a otro. Busco en el horizonte y cuando creo que está ahí grito con fuerza:
“¡N´GLAY UBS EN AHMY!”
N´GLAY UBS EN AHMY.... me da igual lo que piensen el resto de espectadores.
N´GLAY UBS EN AHMY....ahora ya no olvido esas palabras.
La primera vez que las oí fue en el mismo lugar en el que ahora me encontraba. Las pronunció un extraño hombre al que nunca antes había visto por el puerto de Tigrán.
La segunda vez las oí de nuevo en el mismo lugar. De nuevo las pronunció el mismo hombre del primer día. Llevaba ya varios días merodeando con cierto nerviosismo por los alrededores del puerto. De aspecto desaliñado, con una barba descuidada y una vestimenta de marino más andrajosa de lo normal, este hombre llamó mi atención. Pero fue su extraño grito, en una lengua desconocida del saber occidental, lo que despertó en mí una gran curiosidad. Deseaba saber más sobre ese extraño personaje. Necesitaba saber más, así que me incorporé y decidí ir en busca de ese hombre, pero la densa niebla que flotaba en el ambiente me impidió distinguir la dirección que había tomado.
Tras esta decepción me retire a mi casa. Me encontraba inquieto. Esas palabras... N´GLAY UBS EN AHMY... ¿qué significarían?
Cada vez sentía más curiosidad en lo poco que conocía de ese hombre. De esa noche recuerdo con recelo los extraños sueños que tuve y la furia con la que se mostró el mar, mucho más rabioso de lo que es normal en estas latitudes.
En los días sucesivos pasé muchas horas en el puerto esperando a aquel hombre. Le esperaba para preguntarle todo lo que deseaba y necesitaba saber, (¿Quién era? ¿Qué significaba su cantar?) aunque suponía que ninguna de mis dudas fuera quizás resuelta.

Fue al cuarto día de espera cuando apareció de nuevo aquel hombre. Espere a que llegara al lugar en el que me encontraba sentado. Al pasar junto a mí me levanté y comencé a hablarle:
- Perdone señor, ¿es usted de Tigrán o de algún lugar de la región de Gonuam?
Pero no sólo no recibí respuesta, si no que ni siquiera me miró. Le volví a preguntar:
- Disculpe señor, no quiero molestarle, pero sus
extraños...
Esta vez no pude ni acabar la frase. Mediante un gesto me pidió que me callara. Miró al frente, se concentró y gritó con fuerza:
- ¡¡¡N´GLAY UBS EN AHMY!!!
Su cara de concentración se tornó en consternación. No me atrevía a preguntarle nada. Mis dudas... quedarían sin resolverse...
Suspiró dos veces, agachó la cabeza y, sin preguntarle yo nada esta vez comenzó a hablarme.
- Lo siento, pero es que no puedo permitirme perder la oportunidad de atravesar la puerta, el umbral... la vida...
Tras estas palabras se río. Supongo que sería de mi cara de extrañeza, ya que estas palabras me resultaron casi tan extrañas como las que le había oído pronunciar anteriormente. Todo mi interés en este hombre se había extinguido. Ante mí se encontraba un hombre enloquecido, cuyas palabras carecían de sentido. Sin embargo él continuó hablando. Su discurso* se tornó tan extraño que apenas pareció acabar de hablar me levanté y me despedí de él.
- ¡Rápido! Sí, ¡ahí está! N´GLAY UBS EN AHMY, no lo olvides, y cuando se eleve, recítalo.
Me dijo esto dirigiéndose hacia el espigón de roca. Se situó en el extremo que daba a la inmensidad del mar. Me buscó con la mirada y realizó señas para que fuera a su lado.
- ¡Es él! ¡Es él! ¡Seguro!
Gritaba con tanta ilusión, con tanta fe en lo que decía que fui yo el que se rió esta vez. ¿Pensaba que iba a ser participe de su locura? No tenía ninguna ilusión por formar parte de ese extraño mundo en el que él quería vivir, y por tanto me iba a quedar mirándole desde mi sitio.
Él hombre observaba las olas, que cada vez rompían con más fuerza contra el espigón. Se mostraba ilusionado y nervioso. Las olas empezaban a elevarse cada vez más, y una ola que superaba a las hasta ahora llegadas al espigón rompió violentamente contra las rocas delanteras. Gran parte del agua, tras el violento golpeo, salió despedida varios metros hacia arriba. Kiona (*que era como me dijo llamarse aquel hombre) exclamó N´GLAY UBS EN AHMY con más fuerza que nunca y puso sus brazos en cruz. En su caída, el agua despedida pareció formar la silueta de una extraña boca.
No creía lo que veía. Intenté gritar aquella especie de fórmula, pero no me acordaba de aquellas viejas palabras. La boca se precipitó sobre Kiona. Cerré los ojos, y al abrirlos Kiona había desaparecido. Ni rastro de aquel hombre. Me acerqué al final del espigón, y nada. No encontré nada de aquel hombre que dijo llamarse Kiona. Solo quedaban las rocas y las gotas de agua que el mar seguía salpicando. Me sentía nervioso y me dio la sensación de que el mar traía un rumor que se iba perdiendo en la lejanía....... N´GLAY UBS EN AHMY.
No sé que es lo que pasó realmente, pero ahora creo aquella historia que contó aquel hombre llamado Kiona.
Por eso, cada atardecer bajo al espigón de roca, observo el infinito del mar, y cuando creo que puede ser el momento... ¡¡N´GLAY UBS EN AHMY!!

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