"Nací en el mar, en la costa Oeste de África, un día de mayo de 1984, cuando mi familia huía de la guerra civil en Angola. Fue en un barco, navegando por las frías aguas del Atlántico, por eso mi padre me llamó Rio". Así comienza la historia de Antonio Rio Mavuba, el jugador francés de origen africano del Villarreal, quien tras 20 años como apátrida, ha logrado la fama en fútbol europeo.
Antonio Rio Mavuba es hijo de Ricky Mavuba, un futbolista que jugó con Zaire (ahora la República Democrática del Congo) en la final de la Copa del Mundo de 1974. Sus padres llegaron a Francia como refugiados en 1984 y a Mavuba que era apátrida, le fue concedida la ciudadanía francesa hace tan sólo dos años. En su pasaporte figura que su lugar de nacimiento es el mar.
En septiembre de 2004, el entrenador francés Raymond Doménech quiso ficharle en Les Bleus para un partido contra Israel, pero tenía que estar nacionalizado para que le escogieran para jugar la clasificación de la Copa del Mundo. Su historia saltó a los medios de comunicación y la tramitación de su ciudadanía se aceleró. "Ahora, soy como todo el mundo. He perdido un poco de mi diferencia, mi singularidad, pero mi pasado todavía es parte de mí", afirma en una entrevista para el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Ese mismo año, Mavuba fue elegido mejor jugador juvenil en el torneo de Toulon. El centrocampista, que ha jugado cuatro años en el Girondins, ha sido seis veces internacional con la Selección Absoluta de Francia.
Consciente de su suerte, Antonio no es ajeno al drama de los africanos que llegan a las costas españolas en cayucos y pateras. "Quieren encontrar una vida mejor en otro continente arriesgándolo todo y perdiendo todo lo que tienen" En su opinión, la solución pasa por buscar un compromiso entre los países de origen y los países de destino "para garantizarles una vida mejor en sus países, que no tengan que huir por culpa de la guerra o peligro".
Antonio viajó a la República Democrática del Congo cuando tenía 10 años. "Fui una vez con mi padre y mi hermana. Como un niño, pasé buenos momentos con mis amigos y jugué a fútbol con ellos. Pero ahora, cuando echo un vistazo a esa visita, tengo la imagen de una vida muy difícil".
Aunque su padre murió cuando tenía 12 años, no oculta su orgullo al hablar de él. "Era conocido como el 'Hechicero Negro' por sus magníficos saques de esquina. Vi algunos de sus partidos en televisión. Pero como no teníamos antena parabólica, la imagen estaba codificada".
Preguntado sobre si el deporte puede ayudar a los refugiados, su opinión es tajante. "Si, por supuesto. Tuve la experiencia de primera mano y es una muy buena manera de olvidarte de los problemas y compartir algo con otras personas".
Con este fin, el ACNUR promueve a través de Internet la camapaña Ninemillion, para proporcionar educación y deporte a millones de niños refugiados alrededor del mundo.
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2007/11/05/solidaridad/1194281077.html
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