miércoles, enero 16, 2008

El peligro de ser futbolista

Estos deportistas tienen un mayor riesgo de padecer esclerosis lateral amiotrófica.

Una de las enfermedades más devastadoras es la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), también conocida como la enfermedad de Lou Gehrig, en tributo al mejor jugador de béisbol de todos los tiempos y del que se hizo una memorable y oscarizada película protagonizada por Gary Cooper, El orgullo de los Yankees.

Incurable. Otro insigne afectado de esta enfermedad degenerativa neuromuscular es el físico Stephen Hawking. De pronóstico mortal, las motoneuronas van perdiendo funcionamiento hasta que, finalmente, mueren. Asombrosamente, y éste es uno de los misterios, las funciones cerebrales relacionadas con la inteligencia y con la percepción de estímulos externos se mantienen inalteradas. El desconocimiento de las causas o el porqué sólo afecta a las células nerviosas motoras es casi absoluto a pesar de los esfuerzos por comprenderla. Incurable; hay muy pocos medicamentos que sirven para, cuando menos, paliar la enfermedad: uno de ellos es Isis 333611, al que en diciembre del pasado año la agencia del medicamento norteamericana le concedió el estatuto de «medicamento huérfano». En la Unión Europea se consigue si es una enfermedad grave que afecta a menos de 5 personas por cada 10.000.

Cuanto más tiempo se juega, peor. Pues bien, el caso de Lou Gehrig puede revelar algo más profundo. En 2005 un estudio realizado por científicos de la Universidad de Turín encontró que entre los futbolistas existe un riesgo mayor de desarrollar la ELA. Para ello revisaron los informes médicos de 7.000 jugadores profesionales de la primera y segunda división de fútbol italiano entre 1970 y 2001. Teniendo en cuenta la edad de los jugadores, la incidencia de esta enfermedad debía ser de 0,8 casos. Sin embargo, salieron cinco. Es más, la edad media de aparición es 20 años antes de lo habitual, y cuanto más tiempo se juegue al fútbol, mayor es el riesgo. El estudio, publicado en la revista científica Brain, apunta al efecto de las condiciones ambientales para el desarrollo de esta rara enfermedad.

Teniendo en cuenta que llevo desde pequeñito jugando, y si le sumo los problemas de mi corazón (¿de cristal?)... ¿debería preocuparme?
"Na", hoy no toca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

no sé, yo creo que puedes estar tranquilo. Tampoco has entrenado y jugado tanto como los profesionales... aunque casi.