Tenías conquistada la ciudad
y la dejadez consiguió
lo que ni diez mil hombres hubieran logrado.
Cayó en el descuido 
que conlleva el paso del tiempo 
y casi sin querer se vio
con las manos vacías
y la ciudad perdida,
sin paseos por sus calles
ni nadie que esperara. 
La guerra interior no se libró
y, aunque los textos no recojan 
las tragedias individuales,
algunos perdieron tesoros más valiosos 
que los restos que reposan
en el fondo de los océanos 
por el siemple miedo a ganar 
la batalla personal. 
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario