martes, agosto 21, 2012

Shugendõ

El meditante muere dos veces al día, nos dice la tradición sufí.
El artista, el místico, el filósofo o el adepto de las artes marciales-un poco de todo ello- debe esforzarse en saber morir a cada momento de su existencia, fundirse en cada gesto, proyectarse en cada flecha o cortarse a sí mismo en cada tajo del sable.
Encontrar en su propio interior la fuente única del verdadero conocimiento trascendental y la inspiración.

Esta es la ley básica del verdadero progreso y la enseñanza mil veces repetida y jamás del todo comprendida de los grandes maestros de la vida.
La lucha exterior es siempre la consecuencia visible de la propia guerra interior, la eterna batalla del alma por la conquista de sí misma.

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