La tuve oxidada, como los cimientos del viejo puente de hierro,
a punto de despreciar lo más valioso que uno tiene: su propio ser.
- "Venga hombre", pensé.
Un verano de catarsis, de jodidas despedidas y viajes.
Por suerte disfruto del coche y de la carretera.
De los peajes no tanto.
Ultimamente tengo la sensación de haber vuelto a los 17/18 años.
Con toda la experiencia acumulada. Y me encanta.
Es una sensación a la que alguna persona contribuye.
Me viene a la cabeza "Ochenta y tres", una canción de DENEUVE:
"...No lo esperaba ya pero vino así
y es mejor no pensar demasiado.
Por lo que pueda ocurrir,
por si mañana no amanezco junto a ti.
La luz entra y es especial,
despertarse en una cama que no es propia me emociona..."
Ya hace tiempo que dejé de pensar en "para siempres" y no me apetece caer en ese error.
Ahora he aprendido que tampoco hay que pedir nada.
Ni esperar: crear expectativas puede llevar a decepciones varias.
Sé lo que no quiero, pero eso no significa que sepa lo que quiero.
Pero me encuentro bien, mi cama ha sido derrotada en la última semana por un 3-4 en el último minuto y la sonrisa está ahí.
Día a día, paso a paso, besos a beso.
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