Normalmente recurro mucho al blog cuando estoy bajo de moral para soltar lastre.
Y ahora que estoy mejor no pongo casi nada.
Qué injusto, ¿no?
Estos días de tanto pensar han supuesto un paso más, otro punto importante desde el verano.
De hecho me sorprendo en cómo se van desarrollando mis actos.
Ya no son inexplicables.
Ya no gobierna el cruzacables que hay en mí.
Aprendo a tener paciencia, a hacer las cosas despacio.
Lo bueno es construir algo con cimientos.
Quiero algo real en mi vida.
No quiero volverme a hacer ideas que luego sean erróneas.
Quiero sentir que merece la pena sacrificar cosas.
No quiero agujeros negros.
Y vamos bien.
Sin frutos secos, pero con SMS.
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