lunes, mayo 14, 2007

EL MIEDO DE RAYÁN

El Rayán es un caserío que pertenece a la parroquia de Moreda (Concejo de Aller), está situada a 510 m de altitud y a 14 km de Cabañaquinta. Actualmente tiene seis edificaciones y diez habitantes registrados. Desde aquí podemos apreciar en un hermoso paisaje: Moreda, Caborana y Boo, como pueden apreciar en la foto que encabeza el artículo.



Los sucesos acontecidos en una de las casas de Rayán, hace referencia al año 1915, donde la protagonista de los hechos se llamó Concepción Bayón. En el artículo, su hija, Soledad Bayón, que en paz descanse, relataba los hechos de los que ella con tan solo 11 años fue testigo, pero que recordaba con todo detalle sucesos que le marcaron de por vida.



Soledad contaba en este artículo "No quiero acordarme, pasé mucho miedo, no se me olvidará jamás. A veces siento golpear las paredes de un lado a otro, y me da mucho miedo. Todavía es el día de hoy que al recordarlo me entran unos escalofríos terribles, porque aquello fue verdaderamente horrible. Siempre ocurría al anochecer y duraba hasta las cuatro de la mañana, era prácticamente a diario, y no se detenía incluso cuando estábamos en la cama. Sin que nadie tocase nada, a la vez que escuchábamos grandes golpes en las paredes y en las puertas de la casa, sin que conociésemos el motivo, y quién lo causaba".



"Encenderse y apagarse las luces inexplicablemente y grandes golpes en las paredes, las lamentaciones y quejidos de alguien, y provenientes de algún lugar, pero que estaba en el interior de la vivienda. Sentíamos subir por las escaleras del interior de la casa. Era un ruido muy fuerte. En el desván sentíamos el arrastrar de cadenas. Algunos objetos salían disparados de un lugar a otro, sin que nadie los tocase. Se desplazaban movidos por una fuerza invisible. No podíamos explicarnos lo que estaba sucediendo. Cada día iba a más, y no había forma de que aquello se detuviese, a la casa llegaban sacerdotes para bendecirla, pero no servía para nada, mientras permanecían allí los ruidos y lamentaciones bajaban el tono, el ruido era más suave pero nunca paraban. Lo más terrible sucedió estando bastante gente del pueblo reunida en la casa, la cuna empezó a girar sobre si misma a una velocidad de vértigo, finalizando sorprendentemente con una mano invisible que elevaba la cuna en el aire."



Lo curioso es el final de la historia: "una noche, de repente mi madre se despertó y se levantó porque una fuerza invisible la arrastraba fuera de la habitación. Mi padre le preguntó qué es lo que pasaba, diciendo ella que alguien la llamaba de la otra habitación. Permaneció en dicha habitación bastante rato. Al salir dijo que no podía dar explicación de lo ocurrido, de lo contrario los fenómenos volverían aparecer con mayor intensidad. Tenia que volver a Castilla a realizar unas misas, encender unas velas."


Así acabó el fenómeno.



Hablábamos con las descendientes, las hijas de Soledad Bayón, las dulces Cristina y María, donde nos corroboraban las historias, aportando más datos sorprendentes:



"En ocasiones, los fenómenos eran muy fuertes; aparecían objetos del desván en el segundo piso, como una botella, repleta de polvo, y sin marcas de dedos que delatasen que alguien las había traído. También en ocasiones caían piedras en el interior de la casa, sin apreciar ningún cristal roto. Uno de los fenómenos que más miedo le dio a Concepción y Soledad, que de aquella tenía once años, fue el movimiento de un crucifijo, que se alzó en el aire pared contra pared.



Nadie podía dar fin al fenómeno. Todo el pueblo y alrededores eran testigos de los ruidos de "la casa del miedo". Incluso la guardia civil visitaba el lugar de vez en cuando y salían despavoridos."



Lo más curioso, es la referencia que nos hicieron de grupos espiritistas, los primeros que se daban en España en aquella época.



Un vecino del lugar, Antón de Moreda, el cual nos brindaba palabras para el programa, nos explicaba como en pleno verano visitaban curas con la sotana larga y pesada caminando por los caminos tan abruptos del lugar para realizar sus rituales especiales en la casa de Rayán.



Lo curioso del tema es su origen, nadie lo sabe, y Concepción llevó el secreto a la tumba.



Entrevistábamos también a Felicita Bayón, protagonista también de esta historia, nieta favorita de Concepción, esta dulce mujer tiene muchas historias que contar, una vida dura de guerra civil para una niña huérfana.
"Mi abuela me repetía siempre esta frase: -no digas que no hay nada-".
Nos contaba la historia con pelos y señales.



"La familia Bayón desciende de Camplongo, en León. Se trasladó a Rayán por el trabajo de mina, muy próspero en esos tiempos. El fenómeno comenzó a la par del nacimiento del decimotercer hijo de Concepción, Juan, el niño de la cuna. El final de esa historia, fue la aparición de una persona en la habitación, que mandó arrodillarse a mi abuela, le dio las órdenes, hasta que hizo desmayarse a Concepción.



Hablando de los fenómenos, en la habitación del niño existía una cómoda llena de rosarios y escapularios. A veces, al amanecer, éstos sin explicación aparecían sobre el bebé formando una cruz.



En una ocasión, acudió un amigo del marido de Concepción para intentar sujetar la cuna. Este le desplazó a pesar de ser muy fuerte varios metros, hasta que le tiró al suelo.



Incluso gente de fuera se movilizó a la casa del miedo, grupos espiritistas de Bilbao, por ejemplo, a los que llamaban "la mágica", que hacían rituales de agua bendita dejándolos a los pies de la cama.



Incluso tirones de pelo y demás manifestaciones nos aterrorizaban.
Concepción se llevó el secreto a la tumba. Pero, solía achacar que el origen podían ser unas misas gregorianas que pidió en su última voluntad su hermana Catalina que no se cumplieron."

1 comentario:

L.V. dijo...

Artículo extraído de:
http://www.revestidos.es/index_archivos/page0149.htm