Si no creo en un Dios, simplemente dejo la fe religiosa fuera del juego.
Si no creo en lo que se me cuenta, soy un vulgar escéptico.
Si no creo en conspiraciones es porque todo tiene en el fondo una razón.
Si no creo en los hombres dejo a un lado mi fe en la humanidad y la supuesta bonhomía de los que aquí habitan.
Si no creo en la publicidad, posiblemente aumente mi capacidad crítica.
Si no creo en el futuro es por la sencilla razón de que lo que no es, no existe. Lo que crea (de crear) es el presente.
Pero si no creyera en mí, no me quedaría nada.
Por eso nuestros actos son lo esencial, lo que mueve nuestro entorno, la fe que lleva a conseguir los objetivos más complicados, el punto que decanta la suerte y hace que una sonrisa sincera sea el mayor logro que un Humano pueda conquistar.
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