Un joven italiano al que su novia dejó para hacerse monja ha recorrido el país durante un mes hasta encontrar el convento donde se encuentra y, una vez hallado, ha permanecido dos días frente a él para intentar convencerla de que deje los hábitos y vuelva a su lado.
Tras seis años de noviazgo con Daniel Briatore, Patrizia Masoero, estudiante universitaria de veinte años, anunció a sus padres que lo dejaba “todo” para meterse a monja, pero no dijo a su ex pareja en qué convento ingresaría.
El muchacho no se dio fácilmente por vencido y comenzó a buscarla por toda Italia, hasta que se enteró que se hallaba en un convento de Montecassino, localidad cercana a Nápoles (sur de Italia). Briatore recorrió más de 700 kilómetros desde su domicilio en el noroeste del país, y una vez llegado al convento, intentó durante dos días hablar con su ex novia.
A pesar del apoyo de los vecinos de Montecassino, no consiguió que la novicia se asomara o saliera para hablar con él y, despechado, colocó una pancarta en la fachada del convento que decía: “No quería llevarte conmigo, sólo hablarte, porque te amo".
Tras este gesto teatral, el joven abandonó Montecassino, no sin anunciar que estaba dispuesto a hacer “locuras con tal de recuperarla y volver a abrazarla". La pancarta, en todo caso, difícilmente podría haber convencido a la joven de reconsiderar su decisión, ya que las monjas se han apresurado a retirarla y a dejar claro que Patrizia sigue firme en su voluntad de tomar los hábitos.
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2 comentarios:
Cuando una decisión está tomada, podemos insistir, podemos intentar hacer todo lo posible, que nadie nos quite el derecho de decir como nos sentimos,... pero cuando no hay nada que hacer lo que nos hace grandes es admitirlo y continuar con nuestra vida, aunque la herida que nos haya dejado el suceso sea tan grande, que sea necesaria otra vida para curarla.
Me gustó la historia, tuvo los cojones para hacer lo que su cuerpo/alma/mente/corazón le dictaba y pocos pueden jactarse de eso, pero ahora toca lo difícil: Dejarlo estar.
Un beso!
siempre es difícil asumir la derrota,
pero por lo menos lo intentó.
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