Algo parecido sucedió en ESTRASBURGO, cuando vi ante mí la posibilidad de dejar una firma en una agenda del mostrador de la oficina de información. La letra no es muy legible, pero la intención era hermosa: declarar mi apoyo al burro común, preso político de la guerra de símbolos que entonces empezaba a hacer furor en Cataluña. Es que claro, uno se pierde y ya no sabe si por tener a un pariente que posee un burro debo pensar que es nacionalista (el pariente, no el burro), o que si voy a un campo y veo un burros es porque esa región es parte de la Comunidad Autónoma de Cataluña (¿se dice así?). Lío atávico.
"Bo que pacha, pacha
Nosotros, lo que queremos
es la libertad del burro común,
cual preso político que se siente
maniatado. No es justo.
¿Ustedes creen en la justicia?
Por favor, si hasta el ajero lo sabe.
No me lo creo. Te engañan.
¡Te engañan!
Pero lo mejor, las contrapartidas.
Como eso, no hay nada.
¡Gracias! Adiós."
1 comentario:
en el SENY ocurren cosas que no se pueden explicar, es asi.
es como si entraramos en otro mundo paralelo surrealista, donde las hamburguesas cobran nombre de mujer, y donde la gente pide alioli con mayonesa como salsa, "ya vestruz" que locura
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